
Nuestro señor de mil maneras a querido probar la bondad de los hombres, no quiso dejar de lado a los habitantes de estos fértiles valles. Entonces, un buen DIA se disfrazó de viejo harapiento, el anciano cubría su cuerpo con un vestido andrajoso y a penas caminaba apoyado en un bastón de grueso y tosco madero cuando comenzó a recorrer los caminos de estas comarcas.
En la ubérrima región Vivian dos viejos, marido y mujer q cultivaban grandes y exquisitas sandiíllas, pero tenían duro el corazón, y su fama de perverso iba más allá de los limites del secreto. Llegó el señor mostrando en su rostro los grabes signos de cansancio y toco la puerta de la choza de los malvados viejos. Con tanta insistencia lo hizo q la vieja se decidió abrir. Con voz cansada y temblorosa, pidió al señor ¡por favor denme un poquito de agua para calmar la sed que me abrasa el corazón! La vieja molesta después de mirarlo con desprecio lo negó el agua. ¡No tenemos señor! Y el anciano, levantando su encorvado cuerpo, replicó: ¡señora, el agua, la sal y el fuego nuca se deben negar! Luego, el pobre anciano levanto su cara taciturna y miro las provocativas sandias , que semejaba un inmenso pedregal y solicitó volvió a pedir : ¡Señora, regáleme entonces una sandia Pero los perversos ancianos lo volvieron a negar respondiéndole con punzante burla : ¡no son sandias, que no ve que son piedras!.
Ante tanta maldad, el señor se encolerizó y decidió castigarlos por toda una eternidad, Sentenciándolos: ¡Ustedes y sus sandias, desde este momento en piedras se convertirán! Por ese motivo, sobre el cerro hay una piedra grande en forma extraño que parece una vieja encorvada y en cuya cueva han colocado una virgen para contrarrestar la maldición del señor
En la ubérrima región Vivian dos viejos, marido y mujer q cultivaban grandes y exquisitas sandiíllas, pero tenían duro el corazón, y su fama de perverso iba más allá de los limites del secreto. Llegó el señor mostrando en su rostro los grabes signos de cansancio y toco la puerta de la choza de los malvados viejos. Con tanta insistencia lo hizo q la vieja se decidió abrir. Con voz cansada y temblorosa, pidió al señor ¡por favor denme un poquito de agua para calmar la sed que me abrasa el corazón! La vieja molesta después de mirarlo con desprecio lo negó el agua. ¡No tenemos señor! Y el anciano, levantando su encorvado cuerpo, replicó: ¡señora, el agua, la sal y el fuego nuca se deben negar! Luego, el pobre anciano levanto su cara taciturna y miro las provocativas sandias , que semejaba un inmenso pedregal y solicitó volvió a pedir : ¡Señora, regáleme entonces una sandia Pero los perversos ancianos lo volvieron a negar respondiéndole con punzante burla : ¡no son sandias, que no ve que son piedras!.
Ante tanta maldad, el señor se encolerizó y decidió castigarlos por toda una eternidad, Sentenciándolos: ¡Ustedes y sus sandias, desde este momento en piedras se convertirán! Por ese motivo, sobre el cerro hay una piedra grande en forma extraño que parece una vieja encorvada y en cuya cueva han colocado una virgen para contrarrestar la maldición del señor
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